lunes, 16 de noviembre de 2009

AVION ROQUERO


Avión Roquero

Ptyonoprogne rupestris 14,5 cm.

En el estrecho valle rocoso en cuyas paredes crecen algunos matorrales, los aviones roqueros van y vienen, volando con sus cortas alas triangulares, dedicados a una caza encarnizada de insectos, menos rápida que la de los vencejos reales, que ocupan el mismo acantilado.
Esta golondrina es la más montaraz de todas las que habitan en España. Frecuenta casi exclusivamente acantilados costeros o del interior, aunque se conocen casos de nidos en edificios y otras construcciones. Ocupa igualmente una amplia gama de altitudes, desde el nivel del mar hasta las más altas cumbres de nuestros macizos montañosos, como Gredos, los Pirineos, etc.
Persiguiéndose en vuelo, los aviones roqueros desarrollan el cortejo nupcial, en el que a veces uno de ellos recoge en el aire una pluma o pelusa para entregarla a su pareja; generalmente se limitan a vuelos circulares.
La población española parece que se comporta de dos modos diferentes, pues si bien en muchas zonas altas desaparecen en otoño para ir a invernar fuera de España, en las zonas más bajas está presente todo el año.

Identificación: Parecido al Avión Zapador. Aunque ligeramente mayor, enteramente pardo por encima y blanco sucio por debajo, careciendo de faja pectoral; cola cuadrada con marcas blancas cerca del extremo; sexos iguales.
Nidificación: Anida en pequeñas colonias; nido, bien guarnecido, construido por ambos sexos, con barro, en forma de copa, en roqueros, acantilados costeros y fluviales, cuevas; a veces junto a los de aviones comunes; puesta, de abril a junio, 4 a 5 huevos blanco cremoso manchados de pardo y gris; incubación principalmente por la hembra, unos 24 a 26 días; dos crías.
Alimentación: Principalmente insectos cazados al vuelo.
Hábitat: Montañas y riscos.

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